Dice Bea que el destino hizo de las suyas y le unió con Antonio. Esta abogada del estado, guapa y con estilo, conoció a su marido en Canarias, pero ella es de Zaragoza y él de Sevilla. Una mezcla interesante, sin duda.
«Nos casamos en la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles de Pedrola (Zaragoza) y en el Palacio de Villahermosa» aunque tuvieron dudas de si casarse en Sevilla pero fue ver el Palacio y enamorarse. Algo que a mi no me extraña pues es un sitio que encandila y lo digo con conocimiento de causa porque como sabéis mi hermano se casó allí.
De su vestido me cuenta que fue «flechazo total» igual que me pasó a mi cuando vi la primera foto. Se lo hicieron Macarena y Javier de From Lista With Love. «El proceso fue maravilloso. Supieron captar a la perfección la idea que tenía. Quería algo de líneas sencillas que nos permitiera jugar con las formas, más que con las telas (crepe y tul de seda). Algo sencillo pero original, diferente, que tuviera algo especial que me definiera a mí. De ahí los detalles de la espalda y la larga cola, que salía de la cintura.»El tocado, un pensamiento bañado en oro, fue también obra de From Lista with Love.
Se casó con el anillo con el que Antonio le pidió matrimonio y la sortija de pedida que le regalaron sus suegros.
Del ramo se encargó María Aliaga. «Quería un ramo de flores silvestres y primaveral. Elegimos un bouquet de rosas ramificadas Pepita, astrantia blanca, paniculata rosa, astilbe y eucaliptus parvifolia. Hicimos tres réplicas de mi ramo que di, cómo no, a mi madre, a mi abuela y a mi tía».
Tengo que reconocer que esta vez también me fijé en el novio. Muy elegante. Me gustó su estilo. Llevó chaqué de Silbon, corbata de la sastrería O’Kean de Sevilla. Los zapatos a medida, con mis iniciales (B.E.) y la suela en color verde eran de Mr. John’s. Y los gemelos, muy especiales para Antonio, se los hicieron a mano en Marmolejo, orfebres sevillanos de toda la vida, y eran una réplica de los aldabones de la Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla.
El grupo de jotas que la madre de Bea les regaló me parece un puntazo. Además en los jardines del Palacio quedaba espectacular. Cómo me gustan los bailes regionales en las bodas!
Bea tuvo especial cuidado con los detalles. Todas las novias quieren sorprender a sus invitados y ella lo consiguió. Su madre y su tía se encargaron de la decoración y de los meseros, cada mesa era un monumento de Zaragoza o Sevilla. Para su entrada en la sala del banquete, los invitados agitaron unas varitas con cascabeles y cintas de colores de la medida de la Virgen del Pilar (obra de su madre también). «Al seating le dimos el toque sevillano: un capote de torero firmado por Curro Romero y un traje de luces de mi suegro, que sin duda animó el cocktail, y se convirtió en un photocall improvisado.» me cuenta. Otro puntazo que me ha encantado.
El momentazo final fue la sevillana que bailaron juntos. Llevaban meses de ensayo. «Me quité la cola, me coloqué un clavel blanco en la cabeza y unos zapatos de flamenca rojos con lunares blancos». Ya lo decía la escritora austríaca » Hay atajos para la felicidad, y el baile es uno de ellos». ¡Pues bailemos!
Fotos: Rafael Palacios