La boda de la inglesa Lady Mary Charteris no ha dejado indiferente a nadie. A mi tampoco. La edición americana de Vogue tuvo la exclusiva y publicó un reportaje con una selección de fotos, que veréis en este post y de las que yo me enamoré. El resto, mirad. Entenderéis por qué no salieron ni en Vogue ni salen aquí. Se las dejamos al Argg de Cuore.
Lady Mary se casó el pasado mes de septiembre con el músico Robbie Furze. Es modelo, Dj y aristócrata, una fórmula que cada vez se lleva más (sólo le falta ser blogger) y sobrina de Daphne Guinness, de la que os hablé en el Like&LoveIII, así que la excentricidad queda en familia.
Vestido de tul, seda y raso confeccionado, nada más y nada menos, que por Pam Hogg, o lo que es lo mismo, el esperpéntico diseñador de los modelitos de Lady Gaga. Bonito no es, por eso no os lo enseño. De él han dicho en Twitter «Hay vestidos feos, y después éste». El sitio, idílico. Fue en su mansión Stanway, al sur de Inglaterra. Los pajes, que parecen sacados de un cuento de hadas, lucían capas de terciopelo azul hechos a mano por Valerie Goad, la diseñadora fetiche de todos los posh rebeldes. Su mascota Alfie fue el encargado de llevar los anillos en un collar hecho a medida para la ocasión por Kim Jones, diseñador de moda masculina de Louis Vuitton y muy amigo de la pareja. La joya, una llamativa (para mi gusto, demasiado) gargantilla de herencia familiar de su padre, el conde de Wemyss.
Como guinda, la cantante Florence Welch, entre las invitadas, cantó «Love Song» de The Cure en el banquete.
Una boda diferente, sin duda, esperpéntica, original y… ¿con mal gusto? Que juzgue cada uno, al final son los novios los que deciden cómo casarse y, si algo hay que tener claro, es que nunca llueve a gusto de todos.